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EL IIMI y la música como motor de cambio social

Cuatro historias reales

Se llama Hugo (nombre ficticio), tiene 20 y años y toca el contrabajo. Viene de una familia de músicos salvadoreños, una auténtica saga de contrabajistas, de la que él es el último eslabón. “Mi papá, mi tío y mis primos son contrabajistas”. Habla pausado, con voz calmada. Hace tres años que Hugo finalizó sus estudios en el CENAR (Centro Nacional de las Artes), la institución que forma musicalmente en El Salvador. “En mi país la música no es un estudio superior. El contrabajo yo lo aprendí con mi papá y con mi tío, aunque asistía a las clases que se d…

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