Nos encontramos al comienzo de una gran revolución tecnológica que se convertirá en una revolución social -comparable a la última vivida, la revolución industrial-, porque cambiará nuestra manera de vivir, de pensar y de trabajar. Al ciudadano del siglo XXI no se le exigirá simplemente, que haga o que sepa más cosas, sino que se le pedirá que tenga capacidades y habilidades diferentes de las del pasado.
Y es que nos encaramos con una sociedad enormemente cambiante, una sociedad en la que tanto la planificación económica global como el desarrollo tecnológico cada día quedarán …