Afirmar que las lenguas tienen una dimensión social y una dimensión cognitiva parece, a estas alturas, de tan obvio, innecesario. Es evidente que una parte importante de nuestra identidad individual y colectiva se construye a través de los usos lingüísticos. Hablando nos construimos como individuos que formamos parte de grupos sociales, de una comunidad; con una visión del mundo más o menos definida y con una postura ante la vida; hablando expresamos nuestra solidaridad, nuestra oposición o nuestra resistencia ante determinados hechos o grupos. Es decir, que nuestras formas de habla…