Si una cosa tenemos clara es que, aun cuando se ubique en la recóndita soledad de una ermita, un lector no se forma sólo interactuando con manchas en un papel. La lectura (y la escritura) es siempre un hecho social, y por tanto históricamente determinado, que se inscribe en los más recónditos rincones de la biografía emocional de un sujeto. Como tal, es una faceta más de complejos procesos de constitución de sujetos y comunidades. No se puede comprender separada de ellos.(Daniel Goldin, 2007)
A vueltas con la literatura y la educación literaria
Éramos muchos los profesores que veía…
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