Como dice la vieja canción que evoca el título de este artículo, las relaciones del profesorado con el libro de texto suelen ser de amor-desamor. Por un lado, el libro parece proporcionar la seguridad de disponer de un material sobre la mesa de los alumnos y del profesor al que seguir, alabar o culpar. Por el otro, restringe, ata, nos lo encontramos a veces impuesto por la dirección o los colegas del departamento. Pero ¿qué opción tomar?, ¿lo acatamos sin miramientos, lo aparcamos para ciertas ocasiones, prescindimos de él, a riesgo de que pudiesen acusarnos de “bichos raros”?El cl…
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