Si en la escuela infantil pudiéramos acompañar a los niños en el comienzo del conocimiento de sí mismos y de los demás, en el reconocer, cuidar y respetar las diferencias, otros modos de ser, de vivir, de entender el mundo, ya habríamos hecho bastante.
Pero, eso sí, siendo conscientes de que las cosas llevan su tiempo y de que en estas edades tempranas, donde todos son “empezares”, para un niño pequeño la realidad sólo pasa por el centro de si mismo. Además de que, sin el paso por ese lugar fundamental, que no es otro que el de la propia identidad, no habría sitio después para c…